miércoles, 23 de diciembre de 2009
viernes, 13 de noviembre de 2009
100%biológico-100%cultural
En esta muestra el grupo Khalilerno quiere contar un cuento con ropa de mujer y con sueños de mujer. Con la madre instalada y el sexo en el gesto. La mujer onírica, salvaje, pero también esa otra, la anterior, aquella del manual que va girando.
Khalilerno trabaja en esta oportunidad con una técnica -la costura y el bordado- que se viene legando de siglo en siglo, pero lo hace de una manera innovadora, distinta, sumando un soporte más en el campo de la expresión artística.
No es fácil atreverse a decir lo que uno siente y piensa desde un hacer lúdico y desde una madeja con colores. La paleta con que se trabaja es intensa, y el carácter del material no hace más que abrir nuevas puertas desde viejos umbrales. Es que aquí lo que de veras interesa es manejar otras sensaciones, pues en definitiva lo bello y lo feo no son más que dos leales competidores, y en toda carrera artística ellos hacen lo que pueden. Siempre van unidos, y se protegen entre sí como dos buenos hermanos.
La cuestión es que el hombre y la mujer Khalilerno juegan en el viejo paraíso, y quieren compartir con ustedes su mirada en la que lo biológico y lo cultural arremeten vanidosos disputándose el protagonismo e ignorando aún que, al fin y al cabo, no son más que dos caras de una misma moneda, de una misma obra.
Quizá todo esto nos invite a repasar la posibilidad de un mundo sin tanto rótulo ni escalas de valor, pero donde el respeto al otro sea moneda corriente.
Sin el otro y su consideración no hay obra posible.
Khalilerno trabaja en esta oportunidad con una técnica -la costura y el bordado- que se viene legando de siglo en siglo, pero lo hace de una manera innovadora, distinta, sumando un soporte más en el campo de la expresión artística.
No es fácil atreverse a decir lo que uno siente y piensa desde un hacer lúdico y desde una madeja con colores. La paleta con que se trabaja es intensa, y el carácter del material no hace más que abrir nuevas puertas desde viejos umbrales. Es que aquí lo que de veras interesa es manejar otras sensaciones, pues en definitiva lo bello y lo feo no son más que dos leales competidores, y en toda carrera artística ellos hacen lo que pueden. Siempre van unidos, y se protegen entre sí como dos buenos hermanos.
La cuestión es que el hombre y la mujer Khalilerno juegan en el viejo paraíso, y quieren compartir con ustedes su mirada en la que lo biológico y lo cultural arremeten vanidosos disputándose el protagonismo e ignorando aún que, al fin y al cabo, no son más que dos caras de una misma moneda, de una misma obra.
Quizá todo esto nos invite a repasar la posibilidad de un mundo sin tanto rótulo ni escalas de valor, pero donde el respeto al otro sea moneda corriente.
Sin el otro y su consideración no hay obra posible.
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